viernes, 2 de septiembre de 2011

¿Un sueño?

Una noche desperté. Me encontré tumbada en una cama que no era mía, en un cuarto que apenas reconocía. Vislumbré una silueta asomada a la ventana que se hallaba en frente de mí. La Luna debía estar bella aquella noche, ya que su luz entraba perfectamente a la estancia.
Te reconocí en la oscuridad. Suaves destellos de luz en tu rostro denotaban que algo te ocurría.
Me acerqué más a ti, con mezcla de curiosidad y preocupación, pero no volviste la vista. Decidí mirar en tu dirección, al exterior. Pero solo vi árboles, una calle, y el oscuro cielo.
¿Dónde estaba tu mente? ¿Dónde miraban tus ojos?
"Qué ocurre..." pensé mientras elevé una mano para posarla en tu mejilla. No te toqué. Traspasé tu piel ante mi mirada atónita por lo que estaba ocurriendo. Levanté mi otra mano mientras erguía mi cuerpo y realicé intentos vanos de poder acariciarte.
¿Por qué te estaba traspasando? ¿Qué estaba ocurriendo?


Reaccionaste. Pero no a mí, sino a un impulso nervioso tuyo. Ladeaste la cabeza para luego volver a erguirla y ponerte derecho, dispuesto a caminar.
Te dirigiste a la puerta del cuarto con la idea de abrir la puerta y salir, pero detuviste la mano a mitad del camino y la cerraste en un puño, con el cual golpeaste ferozmente la superficie de madera. Exhalaste un gruñido ahogado de desesperación. Yo abrí mis ojos con estupefacción a lo que estaba presenciando. Sentí tu tristeza, tu agobio, tu tortura.

Te sentaste en la cama en un gesto casi involuntario y te llevaste ambas manos a la cabeza, despeinando más aún tu oscuro pelo.
Decidí avanzar a tu lado. Me arrodillé entre tus piernas e intenté vislumbrar tu cara, escondida por tener la cabeza gacha. Alzaste un poco la mirada, una mirada con ojos envueltos en lágrimas. Quise secar esas lágrimas, pero otra vez erré en el intento traspasándote. Parecía que me estuvieses mirando, aunque yo sabía que no me veías, sabía que yo no estaba allí...
¿Por eso llorabas?

Amaneció y desperté. Un mal sueño. Me encontraba en mi cuarto. Por una extraña razón sentía angustia en mi pecho, y al llevarme la mano a la garganta en un gesto ahogado, sentí humedad. Tenía la palma mojada.
¿Había sido un sueño?

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