miércoles, 25 de agosto de 2010

Existencia


La pregunta del porqué de la existencia podría decir que es de las más profundas, la cual ninguno de nosotros es capaz de evadir en algún momento de nuestra vida.

¿Por qué soy humana y no un animal? ¿Por qué soy madrileña en lugar de yemenita? ¿Por qué he nacido, y no “fallé” en mi formación en cigoto?

Podríamos pensar que lo que nos hace ser humanos está dentro de nosotros y es como una fuente de la que emana nuestro ser y el sentido de nuestra existencia. Podríamos pensar también, que nuestra existencia está totalmente realizada o, tal vez, que somos como una arcilla informe que se va modelando, como lo haría un artesano, con cada una de nuestras decisiones.

Si la existencia la miramos desde el punto de la negatividad, si la existencia careciese de sentido, cabría la pregunta de “¿por qué existimos?”. Sin motivación, sin ganas de contestar, simplemente, existimos porque sí, nuestro trayecto en la vida sería caminar hacia la nada (aquí entraríamos en otra duda, qué es la nada... pero no viene al caso).

El primer paso es ponerle sentido a nuestra existencia. Somos seres capaces de amar, soñar, pensar, odiar, esperar, reflexionar... Yo diría que nuestro sentido de existir es el autoconocimiento.

El hombre es diferente al resto de la naturaleza. Pero encontramos algunas semejanzas al reino animal. Ambos cumplimos las funciones básicas: nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. A diferencia de los animales, nosotros podemos pensar y ser conscientes de lo que hacemos. Si un animal se pasea por un lago y le ataca un cocodrilo, la próxima vez ese animal no se volverá a acercar a esa parte del río, porque el animal asocia esa zona con el “peligro”.

Desde el momento de la propia existencia, se considera que necesitamos de otros. Necesitamos no sentirnos solos. La soledad no es sentirnos como indica la palabra, solos. Sino sentir que no hay nadie que nos escuche. Por eso cuando encontramos a alguien que nos escucha, encontramos una razón de existir, porque tenemos a alguien que escucha lo que decimos. Esta sería una razón de egoísmo humano. Esto me ha recordado que, hace tiempo, pensando, me vino una reflexión a la mente, la cual comenté a un amigo: “Fíjate lo egoísta que llega a ser el ser humano, que no queremos a la otra persona por lo que es en sí misma, sino por lo que representa su existencia en nosotros”.

(Esto lo escribí hace tiempo, para un trabajo de clase)